PURO GIJÓN AÑOS 50 Y 60 «EL ALMA DE GIJÓN»
Desde hace más de 2 000 años, Gijón es una conjunción de tierra y mar, pues ha sido puerto ballenero, enclave marítimo y núcleo estratégico. El mar ha marcado su evolución y Gijón ha crecido a su ritmo, a base de impulsos, de mareas, de mareonas que han desbordado las lindes de la ciudad. En la época contemporánea se pueden identificar tres claros períodos de crecimiento excepcional en Gijón: a finales del siglo XIX, con la inversión de emigrantes asturianos en la industria local, a principios del siglo XX con la conversión de El Musel en el gran puerto carbonero de Asturias, y en la década de 1960, al calor del Desarrollismo de la época Franquista.
Este tercer momento ha sido, sin duda, el más intenso, en el que más ha cambiado la ciudad porque se producía después de 20 años de autarquía y apatía, los que transcurren entre 1940 y 1960. El impulso económico del Desarrollismo incidió en todos los sectores industriales y comerciales y significó un aumento desbordado de la población, mayoritariamente joven, ya fuera por la alta natalidad (el “baby boom” de los 50) ya fuera por proceder de la emigración. Esta “mareona” humana se asienta en un territorio que ha de aumentar en superficie y en altura, incorporando nuevos barrios, elevando torres en la ciudad consolidada y construyendo nuevos bloques en los terrenos de la periferia del Sur y Oeste de la ciudad. Gijón se concibe como una ciudad vertical que asciende en aras de la modernidad y que no es consciente del desajuste urbano consiguiente: hay un kilómetro cuadrado de la ciudad que, con un censo de más de 40.000 habitantes, figura entre los más poblados de España. Con este aluvión de población, las señas de identidad gijonesas se refuerzan con nuevos componentes (integración social, ciudad de acogida, cosmopolitismo), pero también se degradan debido a la especulación del suelo, el incumplimiento de la normativa urbanística, la segregación social o la estética de unas calles estrechas y sombrías, flanqueadas por empinados bloques de viviendas.
Una nueva generación gijonesa crece y avanza durante este período. Es un colectivo numeroso, nacido a finales de los 40 y en los 50, masivamente escolarizado, integrado rápidamente en el mercado laboral, vía estudios o vía escuela de aprendices, que tiene desde joven cierta capacidad de consumo. Implantan poco a poco nuevas modas de influencia anglosajona que en Gijón se consolidan con facilidad: en el vestir (vaqueros, camisetas, nikis, moda unisex en las chicas), en la movilidad (la vespa, el 600, el sofisticado Mini), en los gustos musicales, en las prácticas deportivas o en el entretenimiento festivo. Su ocio mantiene tradiciones seculares gijonesas (los cafés, las sidrerías, las romerías, los merenderos) pero introduce elementos nuevos (el pop, el twist) en locales propios reconvertidos (El Jardín o El Parque del Piles). La nueva “mareona juvenil” de los 60 produce además figuras musicales de alcance nacional (Luis Gardey) o local (Manolo Carrizo) y genera la aparición de un centenar de conjuntos músico-vocales, un movimiento que ha recibido el nombre de “Pop Playu” y que es la antesala de posteriores oleadas de rockeros gijoneses. Esta generación, que desarrolló nuevas formas de vida y de ocio en los 60, va a protagonizar el cambio político de los 70 impulsando la Transición Democrática en las calles de nuestra ciudad.
Describir Gijón en los veinte años que transcurren entre 1950 y 1970 es tarea ardua, imposible de concretar en un solo libro. “Puro Gijón. Años 1950-60” intenta aportar las imágenes que puedan colaborar a la reconstrucción personal de los que la vivieron y a la plasmación de aspectos de la vida cotidiana, desdibujados por el paso del tiempo. Faltan los grandes hechos (políticos, económicos, sociales) porque esos ya figuran en numerosas publicaciones y cronologías. En este caso la atención se centra en la visualización del cambio de la fisonomía de la ciudad, en la gestación de una ciudad vertical sobre la existente, en el protagonismo de una nueva generación y en la originalidad de un ocio musical, cultural y deportivo, sin parangón con ninguna otra ciudad española.
La colección de imágenes procede de la Fototeca del Muséu del Pueblu d’Asturies, en concreto de los fondos de Foto Ángel, Aranda-Iriarte, Luis Argüelles, Gonzalo del Campo, Foto Costa, Manuel Encinas, Manuel Espín, Joaquín García Cuesta, Foto Guerrero, Foto Lena, Foto Leo, José Muñiz, Mario Pascual, Foto Rodríguez, Francisco Ruiz Tilve, Francisco Javier Sánchez Suárez, Constantino Suárez, Gonzalo Vega, Vegafer y José Vélez. También se reproducen fotografías de archivos empresariales (Trabajos Aéreos Fotográficos, Archivo Gijón Fabril), así como postales de las firmas comerciales AISA, Alarde, Arribas, Garrabella, MUFAI y Aeropost e imágenes de colecciones particulares, como es el caso de Juan B. Cabrera, Foto César, José Antonio Fernández García y, sobre todo, José Manuel González Montes, que firma su obra como J.M. Carson.
Autor del texto Angel Mato